Estamos ante el segundo museo más visitado de Andalucía el año pasado.
Y es mucho más:


Llama la atención lo que cuenta la recargada fachada: es publicidad y propaganda para la familia a través de los símbolos y personajes que la pueblan en piedra. Todo un efectista escaparate que lanza mensajes que no pueden pasar desapercibidos y tenemos descifrados.

El entorno es tremendamente curioso, a donde llega una calle con desgraciada leyenda, y donde está siempre atento un cordobés insigne desde su discreto puesto vigía.
En la ruta palaciega todos estos enigmas quedan al descubierto: muchas y desconocidas son las casas que fueron Palacios y hoy sobreviven con distinta fortuna (y usos).

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