Rafael Botí, con fundación propia y centro de Artes Plásticas en plena judería, se deja ver – hasta el 8 de enero – en la Diputación. Este cordobés nacido en 1901 y con extensa biografía, se formó con Julio Romero de Torres, en Madrid fue
profesor de viola en la Orquesta Filarmónica y, – a pesar de sus estancias en París o su participación en exposiciones nacionales – , siempre llevó su ciudad natal a gala como fuente de inspiración.




De exquisita sensibilidad, la armonía interior se respira en su trabajo, aparentemente ingenuo, en su autenticidad tan pura.
Sus paisajes son rítmicos, intensos, atemporales, de radiante colorido: activan nuestros sentidos y te contagian su amor y empatía por la naturaleza; las arquitecturas en ellos son escuetas, de limpia belleza, nada recargada, nada solemne, Esencial (captar eso, lo es todo).
«Rafael Botí, un legado centenario». ¡Descúbrelo de cerca! (En fotos, solo unas pinceladas)










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