Ésta es – junto al muro occidental de nuestra hoy Mezquita Catedral – la huella en bronce, a pie de calle, del sabat (mejor dicho, de sus pilares), que era el pasadizo elevado y privado que, – mandado construir por el califa Alhakkan II, en el s. X – conectaba el Alcázar, su residencia, sede del poder político entonces, con la Mezquita alhama, sede del poder religioso.
¿Qué ventajas tenía? Ganar seguridad y privacidad en el trayecto, llegar discretamente sin provocar que sus súbditos en señal de respeto interrumpiesen el rezo y… escuchar sin ser visto, las conversaciones a pie de calle de su pueblo, un tomar el pulso en vivo y directo a la opinión pública, verdad? 

Derribado hacia el 1620, fue estudiado arqueológicamente en el 2010.







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