La taberna, ubicada en la calle Damasco, en pleno barrio de Ciudad Jardín, se llama Biarritz. El grabado que forra su carta de menú ( ya lo podían, como sugerencia, especificar «al pie») fue realizado en 1853 por el francés Alfred Guesdon (1808- 1876): un maravilloso trabajo que con realismo y precisa minuciosidad nos abre una ventana a la Córdoba de finales del s. XIX, antes justo de la llegada del ferrocarril, protegida por su cinturón amurallado aún en pie – pero con los días contados -, con la Desamortización empezando a hacer efecto, donde no existen (es campo a través) esas amplias avenidas, jardines y rondas (-ni mucho menos barrios-  que hoy circunvalan el que fue su trazado (ronda de los tejares, avenida del Corregidor, de la Victoria, de las Ollerías…) ni tampoco, intramuros, los modernos ensanches que transformarán, descongestionándola, su característica trama urbana de irregulares y apretadas callejuelas, “la sierra” ¡irreconocible! sin atisbo casi residencial, un caudaloso Guadalquivir con sus molinos a pleno rendimiento, cruzado solo por el puente “romano” porque ¿cuantos lo cruzan hoy a su paso por la capital? y con una margen izquierda, la de Miraflores, solitaria y despoblada…

¿qué mas te llama la atención? saltan a la vista cada uno de las campanarios, seguro que eres capaz de identificarlos con la iglesia a la que pertenecen, ¿qué plazas actuales no existían entonces y que edificios en el plano están y hoy ya no… – como el coso de los tejares – , donde están las cúpulas de la macqsura de la Mezquita -Catedral y que hace ahí esa larga chimenea humeante en la plaza de la Corredera?… tiene que ver con el industrial Sánchez Peña y la fábrica de sombreros que allí instaló, como te contaremos en una quedada a plaza abierta muy pronto.

Atención, ¿cómo hizo este excepcional trabajo gráfico? La polémica está servida: teniendo en cuenta que desde finales del s. XVIII poder sobrevolar paisajes en globo aerostático abrió puntos de observación novedosos, a vista de pájaro, y que la magia de la fotografía había irrumpido en 1830, revolucionando la manera de captar  fiel y exactamente la realidad (así que ya los románticos artistas no tiene que dibujarla rápido, sobre la marcha, abocetada en el apunte de un libro de viajes para meses después -en su frío y lejano estudio – retomarla y “rematarla” sobre el lienzo, echándole imaginación y fantasía para suplir los aspectos que no recuerdan, como ocurre en “Vista de Córdoba” de Bossuet, por ejemplo, expuesta en nuestro museo de Bellas Artes)

Está claro que Guesdon, este arquitecto, grabador y mundialmente famoso litógrafo francés supo en este dibujo a lápiz y aguada sobre papel, integrar con rigurosa habilidad el dibujo tradicional con los avances técnicos del momento: el globo aerostático – que estuviera muy quieto -, y el método del daguerrotipo trabajado después. Algún secretillo en su elaboración, celosamente guardado por las editoriales de Paris como centro mundial de la época en la producción litográfica de este tipo de fotografías aéreas de ciudades, se nos escapará….

No fue Córdoba la única urbe española que inmortalizó con este tipo de panorámica: en total publicó 24 láminas con un tamaño de 285 x 440 mm de 16 ciudades o lugares notables como Madrid, Barcelona, Cádiz, Jerez, Valencia, Burgos Toledo y Gibraltar, entre otras.

¿en el museo de Bellas Artes de qué ciudad está el plano original? es la ciudad natal de su autor.