MIRA QUÉ BONITA ERA» (1895) MUSEO DE JULIO ROMERO DE TORRES. CÓRDOBA

Hoy vamos a detenernos en esta obra de las ochenta que aproximadamente exhibe el MUSEO JULIO ROMERO DE TORRES, localizado junto a la cordobesa Plaza del potro.

Ya la placa de bienvenida nos anuncia que nuestro pintor cordobés más universal supo captar «en los fondos de sus cuadros y en los ojos (- en la mirada -) de sus mujeres, el alma de la ciudad«. ¡Buen comienzo!

Antes de ir en busca de nuestro objetivo de hoy y sus top 10, vamos a dar dos ideas del Museo.

– Fue inaugurado (solo en planta baja y mucho más modesto en número de obras) en tiempo récord, en 1931, es decir justo un año después de morir el artista, gracias a la generosidad de su viuda y sus tres hijos, que decidieron donar a  los cordobeses las obras que tenían del pintor. ¿No deberíamos entonces tener los cordobeses entrada gratuita, o disfrutar un precio especial, al visitarlo?

– Su FACHADA polícroma no te dejará indiferente, restaurada tras la reinauguración del museo en enero de 2012 es casi única en Córdoba. Realizada en estuco, despliega arquitectura fingida, – fingida… porque está pintada -. Arriba, en la cornisa (si tienes buena vista) puedes leer el año que fue realizada, en el siglo XVIII. Te recordará el estilo de la pintura pompeyana ¿Se te ocurre por qué?

¿POR QUÉ ÉSTE? Este lienzo es el elegido porque es una obra de juventud, cuando Julio Romero de Torres está forjando su personalidad, desafiándose aplicando lo que está aprendiendo, explorando sus posibilidades artísticas. Ya «apunta maneras». También porque es una de las obras que más impactan al visitante por su gran formato, fuerza expresiva y calidad técnica. Además siendo una obra «muy suya», se desmarca de la imagen más tópica y estereotipada que, por desgracia,  ha acompañado a nuestro artista y su producción.

1. En la obra, fíjate bien, están presentes ya los tres grandes TEMAS de su pintura: la mujer, -como protagonista central – la muerte –el trágico tema en torno al que gira el argumento- y la copla – en su título «Mira qué bonita era» por la letra de la soleá «Mira qué bonita era, que se parecía a la Virgen de la Consolación de Utrera…» bien traído este palo flamenco dado el desgarrador tema que se aborda.

2. Lo pinta con solo 20 años y presentándolo al Certamen Nacional de Bellas Artes de 1895 con él quiere darse a conocer, abrirse camino, convencer en Madrid. Conseguirá ese respaldo nacional porque le darán una Mención Honorífica, su primer premio de los muchos que vendrán; JOAQUÍN SOROLLA será el ganador con su magnífico «Aún dicen que el pescado es caro«. En el Museo del Prado te está esperando.

3. Observa cómo ha FIRMADO en minúscula, como si aún le faltara confianza y seguridad en su valía… Está empezando.

4. Narra un HECHO SENCILLO y cotidiano: en el popular barrio cordobés de Santa Marina había muerto una joven de quince años. Julio Romero de Torres la vio en el ataúd (¿o quizá se lo contaron?) y decidió pintar a la joven muerta en la habitación rodeada de sus parientes.

5. El AMBIENTE DE  TRISTEZA se respira en la habitación, verdad? esos rostros de duelo y dolor lo dicen todo… entre ellos, sumándose al luto, está ÉL MISMO, el propio Julio, ¿lo localizas? Autorretratándose está imitando a los grandes maestros del Renacimiento italiano que incorporaron el retrato como una novedad, así demuestra que no solo los ha estudiado y los conoce bien sino que además siente profundo respeto y admiración por ellos.

6. Para dinamizar y «redondear» la composición, ahí está ese NIÑO que, desde la calle, con su inocente curiosidad, encaramado de puntillas alcanza la ventana y consigue meterse en la escena rompiendo simpática y traviesamente la rígida seriedad del velatorio. En un genial salto generacional, a los pies de la ventana, ya dentro de la estancia, sentada, la ANCIANA  está aferrada al rosario y concentrada con devoción en su rezo.

Exterior/ interior, niño/anciana, inocencia/ madurez, diversión/oración, él estirado, ella recogida sobre sí misma… JUEGO DE CONTRASTES magníficamente orquestado, y para nada casual. Los símbolos van a ser una constante en su pintura … y los mensajes subliminales…

7- Numerosos DETALLES COSTUMBRISTAS dan vida y realismo a la escena, la hacen «creíble», otros nos demuestran el pintor de calidades que fue: ese AIRE que entra con fuerza por la ventana abierta y mueve (amenazando con apagarlas) las dos velas que custodian el féretro, llevan un rato encendidas, – fíjate en la CERA derretida que ha llegado hasta el suelo y formado una mancha -,sus bellos ADORNOS FLORALES, la caída de los PLIEGUES – no en vano ejercería años más tarde como profesor de Ropaje en la Escuela de Bellas Artes de san Fernando en Madrid, así que los tejidos los trabaja muy bien-, o la larga y brillante MELENA de la difunta que como una cortina dejada caer, añade patetismo.

Otros detalles reflejan la HUMILDAD de la vivienda: la silla deshilachada de enea que además pisa con naturalidad la sábana, algunas losas algo rotas y levantadas…

Hay más elementos curiosos: ¿encuentras la tapa del ataúd?. Cuantas lecturas nos permite hacer este cuadro: sobre nuestras ritos y costumbres a la hora de honrar a los muertos, mentalidades y valores sociales, sobre la moda en el vestir, las artesanías, etc…

8.  En cuanto a la LUZ, no solo «entra» por la ventana… ni la aportan las velas… es la propia difunta la que, vestida con esa «sábana santa» de un blanco impecable y puro, irradia la luminosidad tan radiante como heladora que envuelve la estancia.

9. Y ¿cómo consigue la PERSPECTIVA?: por ejemplo, con ese suelo de baldosa que da sensación de profundidad, o con la ventana abierta que como un punto de fuga nos muestra, al fondo, un paisaje infinito y siempre enigmático.

10. Por último, no pierdas de vista, a su lado, el boceto es una suerte, tenemos su idea inicial esquemática trazada con impresionista pincelada, suelta, ágil …y poder compararla con el resultado final  ¿corrigió bastante en la obra definitiva? juzga por ti mismo. No dejes de localizar la dedicatoria de su puño a letra… ¿a quien?

  Tenemos pendiente conocer mejor a Julio, cómo le marcó para bien ser el penúltimo de 8 hermanos (eso imprime carácter), vivir en el seno de una familia cultivada de artistas, donde nada de la cultura les era ajeno y le permitió recibir un sólido aprendizaje y, desde luego, tener un padre de la talla intelectual y humanística de Rafael Romero Barros – a quien Córdoba tanto le debe – que seguro que se preocupó de  sacar lo mejor de él, estimulando su innato talento… 

Son solo algunas claves de su vida, que tiene una impronta femenina fundamental. Continuará.