¡¡Olé ella!! Esta mujer ocupa por méritos propios un lugar de honor (marcando la diferencia con su rotunda personalidad) en nuestra plaza Mayor castellana en Córdoba.
Su nombre ha hecho historia, pues es un «aquí estoy yo», con un par y con todas las de la ley – nunca mejor dicho – «y mi casa también».
Y es que la reforma de la plaza de la Corredera hacia su imagen dimensiones y presencia arquitectónica definitivas, impulsada por el corregidor Francisco Ronquillo Briceño en el siglo XVII, suponía darle un riguroso orden, regularidad y armonía visual a las fachadas recayentes a ella… A lo que esta dama cordobesa no estaba dispuesta como propietaria.
Solo se iba a salvar de este plan la Casa del Corregidor, en el centro, por ser edificio principal y su prestigio.
¿Sabes qué usos ha tenido cuando dejó de serlo? ¿Y el actual? – en planta alta, el centro cívico.
En su afán de blindar su casa, conservar su autenticidad y protegerla de esa estandarizacion a la que obligaban las autoridades municipales… Llegó en su pleito hasta las más altas esferas. Y ganó!! He aquí la prueba!
¿¿Cómo lo ves??
Te invitamos a que lo compruebes in situ: lo singular que es con sus encantadores balconcitos, única vivienda superviviente de la plaza antes de la actual barroca.
Además, como hoy es un centro cultural de la universidad de Córdoba, puedes (recomendado!) entrar y de paso descubrir las vistas a la plaza de puertas adentro.
¿Quieres saber más de esta palpitante plaza??Está llena de curiosidades, como que está «hueca», o los usos que ha acogido.